*Manos sin Nombre*

Recorrer un camino no es fácil, y más si es el camino de la vida. Se presentan numerosos obstáculos, paradas, curvas, subidas y muchas veces debemos retroceder. Hay tantos vías como personas y opciones de viajes como posibilidades de elección. Pero todos esos inconvenientes que se presentan a lo largo del sendero, son los que vuelven entretenido y anecdóticos los pasos que damos.
La mejor manera de sobrellevar esas dificultades de la vida, son las que se afrontan con la ayuda de alguien. Ese alguien que muchas veces no lleva nombre, ni etiqueta social, no pide nada a cambio y sin embargo se lleva la misma o más alegría que el asistido. La felicidad de vivir, de poder ayudar, de sentirse útil, de contribuir y de sentir con el otro.
“Para ser voluntario un acto, ha de proceder de un principio intrínseco con algún conocimiento del fin” esta frase de Santo Tomás de Aquino, pone en evidencia el compromiso y lealtad del voluntariado social.
El dar es la esencia de la persona que lo ejerce, si en su interior no tiene la necesidad de participar que lo lleve a esa búsqueda constante de ayudar al que lo necesita, si no posee la ambición de generar cambio o la motivación de superarse, el servicio no sería tal. Y esta condición del ser, debe ser inseparable del saber sobre las consecuencias de la acción que se va a llevar a cabo. No de forma total, por supuesto, ya que nunca se pueden conocer la totalidad de los resultados en los que devendrá tal o cual acción. Pero sí, tener presente el objetivo y las principales características y resultados en los que puede derivar.
Así el “ser voluntario” se presenta como una actitud activa, en constante cambio y generadora de soluciones. Gracias a las actividades de voluntarios en todo el mundo, muchos reciben ayuda, mejoran sus condiciones de vida, comparten vivencias y “despiertan” sus mejores sentimientos.
Se puede hablar de varios tipos de voluntariado, ya sea por área de acción: social, ambiental o de cooperación; según la actividad realizada: pedagógico, ocio y tiempo libre, apoyo de gestión, acogida temporal, emocional, entre otros; voluntariado de menores, en familia, de personas mayores; existen otras clasificaciones dependiendo el tiempo que se dedica al proyecto, el nivel de compromiso, de cooperación internacional o local.
Pero en relación con la esencia del voluntario, sus acciones y los objetivos, es primordial dividir la acción del voluntariado de acuerdo a la finalidad: asistencialista (cubre las necesidades básicas de una exclusión sin generar cambio a largo plazo), el activista (que denuncia diversas condiciones de exclusión), y el desarrollista (brinda formas de superación a las circunstancias de exclusión). Este último se presenta como el más consistente, que contiene bases generadoras de transformación, presentándose como el más desafiante.
Así el voluntariado se muestra como una alternativa al cambio social, produciendo además de bienestar físico y emocional en la población, un gran impacto en la actividad económica de los países. Por ejemplo, en Estados Unidos, según la Corporación por el Servicio Comunitario y Nacional (Corporation for National and Community Service), se estima que en 2008, 61.8 millones de estadounidenses (lo cual equivale al 26.4 por ciento de la población adulta), dieron unos ocho mil millones de horas de servicio voluntario, 162 millones de dólares. (Las cifras de 2009 serán publicadas a mitad de año).
Finalmente, una buena alternativa para ese camino que andamos a diario, es servir. Se aprende, se enseña y se valora la vida, se evita el aburrimiento y se trabaja la imaginación, sintiéndose útil y valorado por los demás miembros de la comunidad. El escritor francés, Francois Mauriac, decía que "llegar a ser alguien significa llegar a ser otro distinto a sí mismo". El dar y compartir transforman nuestro ser y ya nunca seremos el mismo que antes. Caminaremos, elegiremos, volveremos y sentiremos, pero perteneciendo, en vez de estar de paso.